Cuando de amar se trata
Existen diferentes variables que nos afectan tanto para la
elección de la pareja, como para afrontar los problemas que se generan en la
misma. Pequeños y grandes conflictos se suceden, día a día, entre las parejas y
si bien en algunos casos, estos llegan a desgastar la relación dando como
resultado una separación; superarlos también es posible.
Cuando hablamos de amor, nos referimos a ese conjunto de emociones que nos hacen
cuidarnos y estar juntos. Es ese influjo que hace que uno esté mejor en
presencia del otro y sucede porque una parte muy importante de nuestro sistema
nervioso; el cerebro límbico, propio de los mamíferos, se dedica principalmente
a regular nuestra fisiología en función de la presencia de otros seres. Las
emanaciones emocionales de la otra persona, sus gestos, miradas, aromas, sonidos
y muchas otras manera de comunicarse; se entretejen en una costumbre y en una
adaptación mutua que moldea a los implicados.
Desde un punto de vista psicológico, los humanos tenemos la necesidad de amar y
de ser amados, considerando el amor en su sentido más amplio. Es un requisito
imprescindible para el desarrollo y su ausencia conduce al desequilibrio y la
destrucción.
Una primera cuestión a preguntarse es en qué sentido la
relación de pareja humana es amorosa: la posesividad, los celos, el egoísmo
son rasgos opuestos a los que suele atribuirse al amor. La palabra amor, en
efecto, tanto en psicoanálisis como en la vida cotidiana, cubre significaciones
muy diversas. Hay amores y amores: el amor de pareja no es lo mismo que el amor
de padres a hijos o viceversa, el amor a Dios, la amistad, etc..
La filosofía popular nos dice que el amor es ciego, lo que lleva a muchos a
entender por qué frente al amor no razonan, no piensan, no analizan…
simplemente lo viven, lo sienten y muchos lo padecen.
El eje articulador del modelo cultural actual, pasa fundamentalmente por el
desarrollo personal. Y todo lo que limite ese desarrollo pasa a segundo plano.
Así, los jóvenes quieren cada vez más desarrollarse profesionalmente, ganar
dinero, tener un buen nivel económico, más que lograr una pareja estable. La
mayoría de los problemas de pareja pueden ser entendidos como problemas de
comunicación, es frecuente creer que el otro debería saber lo que necesitamos
aún sin que se lo digamos. Mientras esta creencia persista estamos condenados a
la decepción, esperando algo que probablemente nunca llegará, pero no por falta
de comprensión de nuestro compañero, sino porque nunca se los pedimos
adecuadamente.
Las mejores uniones, dicen los expertos, son las de aquellas
personas que tienen personalidades complementarias pero no totalmente opuestas.
A veces, una persona muy nerviosa puede calmar a una tranquila o, quizá, la
persona que tiene mucha energía tiene una influencia estimuladora sobre la otra
y es muy bueno para ellos. Igualmente, las personalidades que son demasiado
parecidas pueden perderse muchas nuevas experiencias. Si dos personas son muy
poco aficionadas al riesgo, puede que nunca aprovechen oportunidades que quizá
sí deberían. Y, en lado opuesto, dos personas demasiado aficionadas al riesgo
pueden buscarse problemas. Pero, si uno de los dos es lanzado y el otro es más
sensato, entonces, hablándolo, tomarán decisiones más correctas que si fueran
iguales.
Un error frecuente es no darle importancia a un problema que creemos pasajero,
ya que puede convertirse en un hábito de ignorar a aquellos a quienes amamos. El
hábito de ignorar crea resentimiento y distancia emocional entre las parejas.
Por otro lado, La infidelidad es una de las razones
principales por las que una pareja rompe su relación. Los cuernos destruyen la
confianza de los enamorados y los pilares sobre los que se cimienta una
relación. En la mayoría de los casos las personas son infieles cuando la
relación no alcanza sus expectativas o cuando están buscando algo en la pareja
que ésta no es capaz de ofrecerles.
Si cada uno puede expresar sus deseos y preocupaciones
abierta y honestamente, muchos inconvenientes podrían ser resueltos. Para esto
es condición necesaria que ambas partes se escuchen y sean lo suficientemente
flexibles como para aceptar el punto de vista del otro, que no tiene porqué
coincidir con el propio.
No debemos olvidar que también es bueno hacer cosas en forma
individual y que es un error pensar que las parejas que pasan más tiempo juntas
funcionan mejor.
Antes de discutir, es importante partir de una base, que es
que el otro puede tener algo de razón. Hay que saber escuchar y no interrumpir a
la otra persona cuando dice algo con lo que no se está de acuerdo. Es
fundamental concentrarse en detectar cuáles son los aspectos en los que
coinciden y evitar cometer los mismos errores que ya estaban afectando a la
relación; ya que esto desgasta a la misma y genera malestar para ambas partes.
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