"Tener pareja" o "ser pareja" mucho más que una diferencia
semántica
Por Daniel Rosales, Director de ELAC / Escuela
Latinoamericana de Coaching.
Ciertas personas, que plantean dificultades en sus relaciones
de pareja, buscan en el coaching una solución mágica que transforme el estado en
que se encuentran.
En general describen la situación que los aflige poniendo énfasis en el
comportamiento del otro, refiriéndose a su compañero o compañera en términos
de la pareja que TENGO. El hábito cultural, la limitación de
nuestro lenguaje, reafirman este sentido de pertenencia cuando decimos MI
esposa, MI pareja, MI marido.
Es interesante reflexionar para distinguir el compromiso que muestra nuestro
lenguaje cotidiano cuando decimos TENGO una pareja, comparándola con la
expresión SER PAREJA. Acaso decimos Soy la pareja de… de la misma
manera que decimos Tengo pareja…?.
¿Estamos diciendo lo mismo en un caso que en el otro? Más allá de la
característica descriptiva que posee el lenguaje y que por lo tanto nos permite
identificar un estado civil, tengo mi pareja y soy la pareja, connotan
algo distinto.
¿A que nos remitimos cuándo expresamos tener?: a asir o mantener asida
una cosa: poseer, dominar, sujetar…
¿Es posible tener algo sin ser tenido al mismo tiempo?
¿ Que otro beneficio/ resultado puede observarse de tener que no sea mantener
control sobre y por supuesto ser controlado por?
El control es una distinción que sólo puede observarse sobre lo que es
conocido. No hay control sobre lo que no se conoce, sobre lo que no se
sabe, y mucho menos sobre lo que no sabemos
que no sabemos.
Tener, desde esta observación, presupone la obtención de un resultado conocido
(o esperado, según standars que permitirán comparar si el resultado es el
esperado o no). Muchas personas inician las relaciones por los motivos
equivocados: sentirse menos solos, llenar un vacío, conseguir amor o tener a
alguien a quien amar. Otros lo hacen para tranquilizar su ego, acabar con
sus depresiones, mejorar su vida sexual, recuperarse de una relación anterior, o
incluso
porque están aburridos.
Solemos decir que iniciamos una relación porque me enamoré. Pero, ¿qué
necesidad o conjunto de necesidades estamos satisfaciendo al enamorarnos? Para
la mayoría de la gente, el amor responde a la satisfacción de una necesidad.
Cada uno sabe lo que necesita; para unos es una cosa y para otros, otra
diferente. Y cada uno ve en el otro una posibilidad de satisfacer esa necesidad,
de modo que se establece un intercambio tácito: yo te doy lo que tengo, si me
das lo que tenés.
Está claro que si respondemos a nuestro enamoramiento desde la satisfacción de
una necesidad, requerimos estar en modo control en forma permanente para saber
si las condiciones de satisfacción establecidas serán cubiertas en la
transacción tácita.
Veamos ahora a que nos refiere SER: esencia o naturaleza, modo de
existir, cualquier cosa creada, en especial las dotadas de la vida. Ser es, por
lo tanto, manifestación, expresión de lo creado.
Y si estoy creando ser, no puedo estar al mismo tiempo controlando lo
que está siendo creado, ya que no puedo hacer juicios sobre lo que no existía
… hasta que existe.
Si las dos personas que forman una pareja están de acuerdo a un nivel conciente
de que el objetivo de la relación consiste en crear una oportunidad (y no una
obligación) de crecimiento y de auto-expresión plena; si asumen este compromiso,
en lugar de los compromisos que han asumido hasta ahora, la relación se habrá
iniciado con muy buen pie, habrá tenido un muy buen principio.
Ser pareja es una declaración que genera el espacio para crear la
oportunidad, está reconociendo al otro como un legítimo otro en convivencia.
Tener pareja es un juicio, que de alguna manera busca mantener un
espacio de manipulación y control sobre el otro.
Cuando aprendemos a soltar el control del TENER y generamos un compromiso de
SER para el otro, podemos asumir el compromiso de co-crear en libertad lo que
ambos queramos y deseemos que suceda.