Un parador.
Elijo una mesa.
Aire libre.
Se escucha el canto de las olas.
Arena seca.
Algunas nubes pintando el cielo con sus formas.
Arena mojada.
Apago los walkman.
El sonido del cassette es tan especial como el de los discos.
Gustos son gustos.
Abro la cartera y saco el block y el lápiz.
Continúo escribiendo.
Se me acerca un muchacho buenmozo.
Frescura.
Lindo.
Cuando yo era la muchacha…
Recuerdos llegan a la orilla.
Tardes y tardes soñando.
Distracciones.
Amores.
Charlas deliciosas como la música del mar de fondo.
Juventud.
Penumbras eternas.
Encuentros.
Me interrumpe sugiriéndome un wisky.
Nunca he tomado uno.
Lo acepto.
Añejado.
Fuerte.
Duradero.
Como la vida bien vivida.
La brisa me acompaña.
Delicada.
Abrazadora.
Haciendo bailar mis textos sobre la mesa.
El sol de a poco queriendo llegar a la meseta para darse una siesta.
Algunos paseandose descalzos sobre la arena.
Silencio sin ser silencio.
Pureza.
La libertad está a mi lado.
Me toma por sorpresa cada vez que la mente se expresa.
Somos uno.
El atardecer da su función diaria.
Tiñe el cielo de colores hermosos.
Se despide el rey luminoso.
He terminado mi vaso.
Me sacié de belleza.
El mar.
La arena.
Olas jugando.
Un cielo de colores.
Guardo mis hojas.
Tengo lo que me faltaba.
Sigo mi camino.
Ana Alemán
@Ani_Aleman