Regalar un libro
¿Por qué no regalar un libro?
Por Rocío Bressia, Fundación Leer,
www.leer.org
Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a
escondidas. Lo leyó a pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada.
Ella la había robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba sus libros
preferidos.
Mucho caminó Lucía, después, mientras pasaban los años. En busca de fantasmas
caminó por los farallones sobre el río Antioquia, y en busca de gente caminó por
las calles de las ciudades violentas.
Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los ecos
de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en
la infancia.
Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto le ha crecido
adentro que ahora es otro, ahora es suyo.
Eduardo Galeano, La función del lector / 1, El libro de los abrazos, Buenos
Aires, Catálogos, 2003.
Lucía no sabía de valores culturales, pero sí de tesoros escondidos. En
realidad, los regalos son ofrecimientos que por voluntad o costumbre se ofrecen
a otro en un gesto casi religioso: es como entregar un mundo, una experiencia,
un escenario, la vida de un puñado de sujetos, creencias, dichos, sueños o la
experiencia intransferible de la imaginación. Cuando el regalo es un libro, esa
explosión es simultánea.
Los adultos nos afanamos en promover la lectura en los niños en gestos vacíos,
poses de una cultura del consumo, o respuestas a un listado de experiencias
pertinentes. Como autómatas, concebimos a los niños como resultados de nuestras
propias convicciones, sueños y objetivos y, paralelamente, de nuestros fracasos,
nuestras desilusiones. En realidad, regalar lectura a los niños es ofrecer una
experiencia, invitar a descubrir algo que para nosotros ya es camino allanado,
como quien llama e invita con su mano desde el final del trayecto. Como el gesto
de tras haber terminado un libro regalarlo con la intención de que el otro viva
lo mismo que yo, lo disfrute y así nos volvamos cómplices.
Regalar un libro es acercar una experiencia que trasciende al texto que, como
en Lucía, deja un huella a lo largo de la vida, inaugura un camino en el que el
libro es visto como un objeto preciado, enigmático. Se asientan las bases para
una relación que durará toda la vida, la relación más misteriosa de la cultura,
la relación entre un texto y un lector.
Lucía deja de ser niña, se vuelve vieja, la novela le queda lejos en su vida,
muy lejos. Atrás quedó el robo, su tío y la almohada como escondite. El libro ya
no existe, no afuera de ella, ya es suyo. Qué son las palabras acostadas
en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? Nada. ¿Qué es un libro si no lo
abrimos? Es simplemente un cubo de papel y cuero, con hojas; pero si lo leemos
ocurre algo raro, creo que cambia cada vez. (1) Dar acceso a esta
felicidad, posibilitar esta experiencia, asegurarla, señala la oportunidad de un
regalo mágico, irrepetible; el regalo entre todos los regalos.
(1) Extractos de una conferencia pronunciada por Jorge Luis
Borges en la Universidad de Belgrano el 24 de mayo de 1978, publicada al año
siguiente en el libro Borges oral, Emecé Editores / Editorial de Belgrano,
Buenos Aires. Conferencia completa:
www.geocities.com/into_oblivionn/elotroborges_ellibro.html