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Mirada

Dando vuelta alguna esquina tropezó conmigo una mirada.

Estaba perdida.
Me preguntó dónde se encontraba.
Le expliqué.
Se notaba ajena.
Ausente.
Sin sentido.
La subí sobre la mano.
Parecía llegada de quién sabe dónde.
Seguí rumbo.
Ella ahí, muda.
Cada paso que avanzaba se aferraba al calor de mi cuerpo.
No salía del asombro.
Ojos abiertos.
Grandes.
Inquietos.
Quise saber qué había sido de ella.
Por qué andaba triste.
Sin compañía.
Llamó mi atención que no tenía música.
La puse pegada al corazón.
Para que se contagie del ritmo de los latidos.
Nada.
Ida.
Hasta llorosa.
Sin darme cuenta habló el alma.
Preguntándole su dolor.
Con voz quebrada, dijo:
«Estoy sola. Me han dejado aquí, varada.
No se cómo se sigue.
La tristeza inunda mi profundidad».
Esas palabras dejaron ver su desnudez.
Ya calma, comenzó a decir mi interior desde la ventana.
Eres valiente.
Dejaste que te sostenga sin poner pausa.
Por mucho que te duela hoy tu esencia, eres.
Y Ser te ha traído a mí.
Topamos sin quererlo.
Sin buscarlo.
Sin siquiera permitirle a los sueños soñarnos.
En un instante el aire se sintió limpio.
Liviano.
Olía estupendo.
La panza con vuelos de mariposas de colores.
Algo cambió.
Las rodillas aflojaron mi sostén.
Casi cayendo, unos brazos me agarraron con firmeza.
Mi ventana abierta.
La mirada trepó hasta conectarse.
Cielo teñido de un rojo profundo.
Manos grandes me sujetaban por la espalda.
Una voz…
Qué voz!.
Ese Hola venido como brisa nos despeinó.
Quebré en risas.
La mirada que hace un rato encontré triste, florecía.
Un encuentro sin ser buscado.
Miradas penetradas.
Ana Alemán
@Ani_Aleman