Las grasas y su influencia en la salud cardiovascular
Por Vilma Lo Presti, autora "Repostería y Panadería con Chía", Valeria
Curutchet, Lic. en Nutrición, MN 4372, UBA
www.cookingchia.com
Los triglicéridos son las grasas más abundantes en la naturaleza.
El tejido adiposo del ser humano se compone en su mayor parte por
triglicéridos y representan la principal reserva de energía del organismo.
Si una persona padece sobrepeso o lleva adelante una dieta desequilibrada (con
un alto aporte de grasas saturadas, azúcares simples y bebidas alcohólicas), las
concentraciones de triglicéridos en sangre pueden ser elevadas. Esto trae como
consecuencia un espesamiento de la sangre que puede favorecer el desarrollo o
avance de daños en las arterias.
Múltiples factores desencadenan las enfermedades cardiovasculares
Hay que
diferenciar los factores inmodificables de los modificables.
Factores inmodificables:
Edad: a mayor edad, aumenta el riesgo.
Sexo: masculino, mayor riesgo que el femenino, a excepción de las mujeres
menopáusicas que equiparan su riesgo con el hombre (esto puede reducirse con una
terapia estrogénica de reemplazo).
Herencia genética: hay ciertos tipos de hipercolesterolemias que son
hereditarias y provocan un aumento desmedido del colesterol LDL en sangre; esto
ocurre por una falla de recepción en los tejidos, por aumento de su producción o
por errores en su eliminación. Algunas de las hipercolesterolemias familiares
suelen producir también triglicéridos elevados y HDL bajo. Las personas que
sufren este tipo de enfermedades tienen altos niveles de colesterol,
independientemente de su alimentación. Este puede reducirse parcialmente con
ciertos cambios en el estilo de vida.
Antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares.
Diabetes: los picos elevados de azúcar (glucosa) en sangre pueden favorecer al
deterioro progresivo de las paredes internas de las arterias, colaborando en la
formación de ateroesclerosis. Esto se agudiza sobre todo cuando no hay un buen
control de la enfermedad.
Factores modificables:
Fumar: la nicotina, así como otras sustancias que ingresan al organismo al
consumir cigarrillos, colabora en el desarrollo de la ateroesclerosis.
Sobrepeso y obesidad: cuanto más se aleja una persona de su rango de peso ideal,
mayores son las probabilidades de tener LDL alto, HDL bajo y de padecer diabetes
y/o hipertensión.
Hipertensión: cuando no está bien controlada, la sangre es bombeada con una
fuerza tal que es posible que dañe las paredes de las arterias, aumentando el
riesgo de formación de ateromas (placas de la ateroesclerosis). Dichas
acumulaciones pueden ser arrastradas hacia otros lugares, generando la
obstrucción de otras arterias.
Elevado nivel de estrés: en estas circunstancias, y sin que el individuo lo
perciba, el organismo produce una cantidad de hormonas del estrés (como cortisol
y adrenalina) que influyen de forma muy negativa sobre la presión sanguínea y la
resistencia del sistema inmunológico.
Sedentarismo: favorece el sobrepeso y priva al organismo de los beneficios que
aporta la actividad física.
Factores alimentarios:
– Consumo elevado de alimentos ricos en colesterol.
– Ingesta excesiva de alimentos ricos en grasas saturadas. Se ha demostrado que
este tipo de grasa colabora en el aumento del colesterol LDL (malo)
– Consumo de alimentos ricos en grasas trans, que son perjudiciales por elevar
el colesterol malo, además de disminuir el bueno.
– Seguir una dieta pobre en fibra, cuyos beneficios para reducir el colesterol
ampliaremos más adelante.
– Incorporar más calorías que las que necesitamos, favoreciendo la aparición de
sobrepeso.
¿De qué manera prevenimos las enfermedades cardiovasculares?
Disminuyendo el consumo de alimentos ricos en colesterol, grasas saturadas
y trans.
Controlando el peso corporal: para evitar los efectos indeseables que acarrea el
sobrepeso
Consumiendo alimentos fuente de omega 6: se descubrió que los omega 6
contribuyen a reducir el colesterol malo (LDL), pero su exceso también puede
reducir el bueno (HDL).
Incluyendo en la dieta alimentos ricos en omega 3. Este tipo de grasa tiene
múltiples beneficios:
Reducir los valores de triglicéridos y LDL, y aumentar los de HDL.
Disminuir la presión sanguínea y mejorar la fluidez de la sangre.
Poseer un importante efecto antiinflamatorio, mejorando los síntomas de
enfermedades como lupus, colitis ulcerosa y enfermedad de Cronh, entre otras.
Debe haber un equilibrio entre la ingesta de omega 6 y omega 3. La relación
ideal establecida para el consumo de omega 6 y omega 3 es de 5 a 1 (5 omega 6
cada 1 omega 3). Siendo tolerable una relación 10 a 1. De esta manera los dos
tipos de nutrientes pueden cumplir sus funciones y son mejor aprovechados por el
organismo.