El color representa el 50% de la imagen que
proyectamos y, como bien sabemos, “una imagen vale más que mil palabras” y
“como te ven, te tratan”.
Los argentinos somos más bien conservadores,
por lo tanto, solemos incorporar colores clásicos a excepción de las tendencias
globales que pueden imponer, temporalmente, colores más llamativos o
estridentes.
Al asesorar clientes y preguntarles cómo usan
los colores, generalmente recibo la misma respuesta: “negro y un color” o “un
neutro con algún color que llame la atención”. Esto no está mal, pero
vale la pena compartir todas las variantes que tenemos para incorporar colores
de manera armónica.
Tips para tener en cuenta:
– Sólo tonos claros o
bien sólo tonos oscuros en todo el outfit: se sugieren los tonos más
oscuros -como el negro y el violeta – para el otoño-invierno y las variantes más
claras – como el blanco y verde menta – para las épocas más cálidas.
– Usar sólo tonos puros
(saturados) o bien usar sólo tonos apastelados en la vestimenta. No hablamos de
colores claritos sino de aquellos que tienen un aspecto tenue y no son
demasiado estridentes. Hay personas que se ven más monocromáticas
(generalmente con cabello con reflejos y con ojos marrones verdosos) a las que
les conviene incorporar colores tenues cerca del rostro, mientras que otras que
cuentan con más contraste (por ejemplo, cabello oscuro y ojos claros) se verán
más radiantes incorporando un color más saturado.
– Utilizar colores
complementarios: rojo y verde, amarillo y violeta; azul y naranja. No hace
falta que los incorporemos en toda la vestimenta. Pueden estar presentes como
un detalle en algún estampado o en accesorios.
– Podemos combinar
colores claros y oscuros.
– Usar un mismo tono en
dos variantes: una vibrante y la otra apagada.
Usar un mismo color en
claro y oscuro.
– Usar colores análogos:
sería como vestirse dentro de la misma gama o familia de colores, como por
ejemplo, usando verde, turquesa y azul.
Además, tenemos que tener en cuenta los
siguientes factores que son fundamentales a la hora de elegir nuestra
vestimenta:
–
Estilo personal: es importante respetar nuestro estilo ya que
la imagen que los demás perciben debe ser acorde a nuestra identidad, a quiénes
somos y a nuestros gustos. Sabemos que no todos compartimos los mismos gustos y
hay personas que, por su estilo, se sienten más cómodas incorporando tonos
estridentes para ser el centro de las miradas, mientras que otras eligen
centrarse en los neutros. Desde ya, podemos animarnos a incorporar nuevas
combinaciones pero siempre respetando el estilo ya que si no estamos
cómodos,
los demás lo perciben principalmente a través de la comunicación no verbal.
–
Ámbito: es imprescindible que la combinación que utilicemos sea
acorde al contexto. Los colores más llamativos visualmente se sugieren en
ámbitos creativos más que en aquellos rígidos, que admiten su uso de manera
discreta, sutil y acotada.
–
Morfología: debemos vestirnos según nuestro tipo de
cuerpo y nuestras proporciones, empleando la combinación que nos guste para que
optimice nuestra imagen. Por ejemplo, si tenemos hombros más estrechos y
caderas más anchas y queremos combinar un color claro con uno oscuro, lo más
aconsejable será que el color oscuro esté en la prenda inferior para armonizar
nuestra figura.
–
Colorimetría: los colores que armonizan con nuestro color
de piel, ojos y cabello dan vitalidad al rostro y minimizan imperfecciones. La
piel se ve más radiante y el aspecto general es el de una persona saludable,
con un rostro iluminado.
Los colores que no favorecen a la persona hacen
que el rostro se vea más apagado. No se trata de pensar que solo podemos usar
unos pocos colores sino que el secreto radica en qué matiz es el más sentador
según el caso, como vimos en la combinación de tonos tenues y de tonos
estridentes, reflejados en casos de personas con distintas características en
cuanto a cabello y ojos. Las dos pueden usar verde, pero en distintos matices,
para lucir radiantes.
Laura Malpeli de Jordaan
Asesora de Imagen certificada por CMB
Creadora de Styletto Image Studio