La esperanza de vida en la diabetes tipo 1 continúa siendo menor que en la población general
La diabetes tipo 1 es una enfermedad crónica descrita por la incapacidad del cuerpo de producir insulina y que suele desarrollarse en la segunda decenio de la vida. Y si bien en las últimas decenios avances son conseguidos muy significativamente que permitieron mejorar el tratamiento de la enfermedad, todavía queda muchísimo por hacer. Como muestran dos nuevos estudios publicados en la revista «Diabetologia», no en vano órgano oficial de la Asociación Europa para el Estudio de la Diabetes , la esperanza de vida de los pacientes con diabetes tipo 1, si bien mejoró en los últimos años, continúa siendo inferior a la de la población no aquejada por la enfermedad.
«parece que la brecha en la esperanza de vida entre las personas con diabetes tipo 1 y la población general permaneció invariable desde el principio del milenio», como informa Lars Stene, del Instituto Noruego de Salud Pública en Oslo en un editorial del mismo número de la revista.
En el primero de los estudios, investigadores del Instituto Baker IDI para el Corazón y la Diabetes en Melbourne han analizadon la esperanza de vida asociada a la diabetes tipo 1 en la población australiana entre los años 1997 y 2010 y lahan comparadon con la de la población general.
Los resultados han mostrado que la esperanza de vida de los pacientes durante este tiempo ha sido de 68,8 años, lo que supone 12,2 años menos que en el caso de la población general.
En este contexto, y comparado frente al tiempo 1997-2003, el estudio muestra la mayor esperanza de vida de los pacientes con diabetes tipo 1 en el tiempo 2004-2010. Pero como indican los autores, «dado que este aumento en la esperanza de vida es muy similar al visto en la población general, no se ha conseguido que la brecha existente entre los pacientes con diabetes tipo 1 y la población sin la enfermedad se haya cerrado durante este tiempo».
Después de que han practicado seis meses de ejercicio de intensidad moderada, en detalle, los investigadores holandeses estimaron los datos de doce pacientes con diabetes, que tenían 46 años de edad en promedio, a los que les han tomado imágenes por resonancia magnética , previamente y.
Es más; el 60% de los años de vida perdidos por la enfermedad en las personas se informa por las muertes acontecidas antes de alcanza la edad de 60 años, fundamentalmente por enfermedades endocrinas y metabólicas entre los 10 y los 39 años de edad y las enfermedades cardiovasculares una vez superados los 40.
La presentación temprana de la diabetes tipo 1 actúa como un predictor de la mortalidad prematura, como indica Dianna Magliano, directora del estudio, «. Las muertes por las enfermedades cardiovasculares, metabólicas y endocrinas son la principal motivo de la mortalidad prematura en la diabetes tipo 1. Así, y con objeto de mejorar su esperanza de vida, tiene que prestarse una mayor atención a las dificultades cardiovasculares crónicas y a las dificultades metabólicas agudas en la diabetes tipo 1. Y es que la derrota a la hora de manejar cualquiera de estas dificultades va a suponer que las personas con diabetes tipo 1 continúen teniendo un notable peligro de muerte prematura».
¿Significa esto que simplemente puedes incrementar la actividad física y comer lo que quieras? Definitivamente no. Primero, una alimentación saludable siempre es relevante. Y, antes de hacer cualquier cambio en tu tratamiento siempre tienes que consultar con tu médico. No obstante, estos descubrimientos añaden evidencias acerca de la relevancia del ejercicio físico para tu salud y, en este caso en particular, para el tratamiento de la diabetes tipo 2.Muchos de los que sufren de prediabetes o a veces, inclusive de diabetes, no lo saben. Y, a veces aún cuando sí lo saben, no actúan o comienzan a actuar muy tarde ya que la diabetes puede ocasionar dificultades en varios órganos y sistemas . Con frecuencia Estas dificultades pueden ser advertidas o postergar si la diabetes se trata adecuadamente y los niveles de azúcar son mantenidos en la sangre controlados.
Y estas evidencias que constatan una brecha en la esperanza de vida entre los pacientes y la población general, ¿son también aplicables a nuestra nación? Pues sí, dado que como termina Dianna Magliano, «nuestros resultados son aplicables al resto de naciones occidentales». Por lo tanto, la esperanza de vida en nuestra nación es mayor que en Australia, pero brecha entre las esperanzas de la población con diabetes y sin la enfermedad puede esperarse que resulte muy similar.
Por su parte, el segundo de los estudios, dirigido por investigadores de la Universidad de Gotemburgo , fue llevado a cabo para estimar la esperanza de vida asociado a la diabetes tipo 1 en el Registro Nacional de Diabetes de Suecia .
Los resultados muestran una esperanza de vida de 47,7 años adicionales en el tiempo 2002-2006 y de 49,7 años adicionales en el tiempo 2007-2011 para las personas con diabetes tipo 1 una vez cumplieron los 20 años. Una esperanza de vida que, por su parte, ha sido prácticamente similar para ambos tiempos en el caso de las mujeres que alcanzaban la edad de 20 años.
La causa para estos incrementos de la esperanza de vida obedece fundamentalmente a la notable reducción de la mortalidad cardiovascular de estos pacientes, tanto mujeres como personas. Pero al igual que ocurre en el estudio australiano, «el mismo incremento de la esperanza de vida fue visto en la población general, por lo que la brecha en la esperanza de vida entre los pacientes con diabetes tipo 1 y la población sin la enfermedad no ha modificado con el tiempo, estableciéndose en cerca de 11 años para las personas y en aproximadamente 12 años para las mujeres».
Todavía queda mucho por hacer en términos de mejoría de la atención de los pacientes con diabetes tipo 1 con objeto de cerrar la brecha con la población general, como termina Björn Eliasson «. Björn Eliasson es director de esta investigación. Una proporción significativa de pacientes tiene unos niveles aumentados de glucosa en sangre, y nuestros resultados alertan sobre las marcadas diferencias en la mortalidad en función de que los niveles estén bien o mal controlados».