Compartir los libros con los niños
Un chico lector necesita el compromiso de un adulto
Por Rocío Brescia, especialista de Fundación Leer,
www.leer.org
Muchas veces los adultos creemos que promocionar la
lectura infantil es regalar libros, y en realidad se trata de compartir los
libros con los niños, es decir, comprometerse en este acto.
La lectura es una práctica cultural, no un objeto. Entonces, la idea es
participar con los chicos en la lectura, sobre todo porque lo más interesante
del texto no es el hecho de sencillamente leer, sino lo que puede provocar en
ellos ese acto. Para potencial sus efectos se puede hablar con ellos sobre qué
les pareció transitar el proceso de lectura, como se va recreando la historia,
qué ponen de sí mismos en ella, etc.
El adulto como mediador tiene muchas tareas, y muchos espacios de
intervención.
En la medida en que los chicos no compran los libros, la primera acción de
mediación cultural de un adulto es la elección del libro ¿Cuáles serian los
criterios para seleccionar uno bueno?
En primer lugar, el valor del clásico. Cuando hablamos de clásicos nos
referimos a libros que se hayan constituido ya como valor referente. Si hablamos
de la literatura infantil nacional, Maria Elena Walsh o Elsa Bornneman, por
ejemplo. Gente que es un pilar constitutivo de nuestra historia de la literatura
infantil. Las obras de Maria Elena Walsh son una bisagra y un umbral también,
porque significaron el nacimiento de los nuevos escritores, como Laura Devetach,
Graciela Cabal, Graciela Montes.
Por otro lado, la literatura infantil en un principio es literatura. Si a
un adulto la historia no lo conmueve, no sirve. No se trata de que esté escrito
para chicos, sino de sentirse conmovido, de sentir esa conexión cuando el libro
verdaderamente vale la pena. Pero por el otro lado, tampoco hay que priorizar
sus propios gustos sino tener en cuenta los gustos de los chicos: ver cual es su
inclinación, las temáticas que más les interesan, algo que va a depender mucho
de la edad de los chicos.
En el caso de elegir un libro que el adulto les va a leer, mas allá de la
edad hay que buscar una historia que se desee compartir con ellos.
Ahí el criterio debe ser es la idea de que la historia sea buena, que tenga
calidad literaria. En ese punto no hay tantas franjas etáreas. Hay textos que
son increíbles y que funcionan en cualquier edad, como los de Rohal Dahal, autor
de Matilda, o de Charlie y la Fabrica de Chocolate.
También hay que tener en cuenta la cuestión de lo que se llama la "lectura
habilidad", es decir en que medida nuestros chicos podrán afrontar las
habilidades discursivas que demande el texto. Porque muchas veces compramos o
elegimos libros que nos parecen interesantísimos, pero el lector al que se lo
compramos esta muy lejos de poder acceder a ellos por la extensión o las
complicaciones de la trama. En todo caso si estamos dispuestos a hacer ese
desafío transitémoslo junto a ellos. Muchas veces los chicos no sienten placer
de leer porque no comprenden. Entonces es necesario un mediador que pueda
permanecer, preguntar, leer con ellos, interesarse por la historia y de alguna
manera ser protagonista de esta experiencia de los niños lectores…