Laura Malpeli de Jordaan
Asesora de imagen certificada por CMB
Directora de Styletto (www.styletto.com.ar)
No es la primera vez que se afirma que una imagen vale más que mil palabras, sobre todo cuando se entiende a la imagen con la complejidad que merece: es nuestra carta de presentación frente al mundo, se percibe con los sentidos y está compuesta por una sumatoria de variables incluyendo vestimenta, accesorios, peinado, maquillaje, comportamiento, comunicación no verbal, personalidad y atributos físicos. La imagen es subjetiva porque cada uno de nosotros, en base a lo que observa y percibe de otra persona, formará una imagen.
Las prendas en verano suelen ser más livianas, mostrar más piel y tener menos rigidez que las que usaremos en invierno pero debemos procurar una imagen adecuada siempre que estemos trabajando; podemos vernos bien sin resignar comodidad y sin necesidad de incorporar prendas y accesorios que no son los ideales para este ámbito.
¿Cómo afianzamos una imagen positiva y profesional?
- La vestimenta, los accesorios y el maquillaje deberán reflejar coherencia con el ámbito en el que estemos. En un ambiente rígido o que no es creativo, la indumentaria, los accesorios y el maquillaje deberán ser más bien sobrios para no desentonar, especialmente si tratamos con clientes ya que somos para ellos, la imagen de la empresa.
- La indumentaria tiene que favorecer el tipo de cuerpo en todo momento. Por ejemplo, si los hombros son más anchos que la cadera, un buen truco es usar estampados y colores más claros para las prendas inferiores.
- Evitar prendas sugerentes, sean muy apretadas, con escotes pronunciados o que muestren demasiada piel porque puede generar en los otros una percepción equivocada: tenemos que tener cuidado con que los demás perciban que tenemos determinado puesto de trabajo por nuestro físico y no por nuestras aptitudes.
- En algunos casos, debemos usar prendas específicas o un uniforme y los accesorios resultan aliados para plasmar el estilo personal. No se trata de dejar de lado la personalidad, sino de elegir accesorios como collares, aros, pulseras, anillos, carteras, zapatos y pashminas que narren nuestra identidad sin dejar de ser adecuados para el contexto en que estemos. Por ejemplo, para la oficina no se aconseja usar demasiadas prendas rosas porque puede sugerir cierta fragilidad pero sí podemos incluirlo en accesorios, como un dije, parte del estampado en una pashmina, entre otras opciones.
- Los accesorios también son ideales para resaltar partes del cuerpo que nos gusten porque siempre llaman la atención y desvían la mirada hacia donde estén. Si te gustan tus manos, las pulseras y anillos serán buenas alternativas. Desde ya, menos es más ya que queremos estar arregladas pero sin distraer la atención, por sobre todas las cosas, de nuestras capacidades para el puesto de trabajo en cuestión.
Un párrafo aparte merece nuestra comunicación, verbal y no verbal, que resulta fundamental para una imagen profesional y adecuada que podamos mantener en el tiempo. Nuestro comportamiento se percibe, la manera en la que nos relacionamos, cómo nos dirigimos a los demás y el lenguaje corporal no pasan desapercibidos, sino todo lo contrario. De nada sirve centrarse únicamente en las prendas o accesorios, porque este aspecto es tan importante como los otros a la hora de percibir a una persona y formar una imagen positiva (o todo lo contrario).