Cómo alimentarse luego de un episodio cardíaco
Guía de autoevaluación para saber si llevamos una alimentación y estilo de vida con bajo riesgo cardiovascular.
La incidencia de enfermedad y mortalidad atribuida a enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como las enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y respiratorias, está en aumento a nivel mundial. Se ha estimado que en el año 2008 el 62% de las muertes en el mundo se debieron a ECNT, y para el año 2020 se estima que las enfermedades crónicas no transmisibles explicarán el 75% de todas las muertes en el mundo, en especial en países en vías de desarrollo. Dentro de las ECNT, las enfermedades cardiovasculares tienen un gran peso en nuestro país; en el año 2009 el 32% de todas las muertes se debieron a enfermedades cardiovasculares. A pesar de este escenario, es importante tener en cuenta que las enfermedades cardiovasculares son prevenibles.
Después de un evento cardiovascular ¿Qué podemos hacer para disminuir el riesgo de que vuelva a suceder?
“Uno de los pilares básicos para la prevención del riesgo cardiovascular es la alimentación saludable”, explica la Licenciada en Nutrición del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA) Carina Peretti. Existe amplia evidencia sobre los efectos positivos que ejercen las modificaciones en la dieta y el estilo de vida sobre la salud cardiovascular a lo largo de la vida. “La calidad de la alimentación depende del conjunto de componentes de la dieta; tanto los déficits como los excesos alimentarios se traducen en problemas de salud”, enfatiza la licenciada en nutrición del ICBA.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre las prácticas alimentarias perjudiciales que más contribuyen al incremento del riesgo cardiovascular se encuentran: el consumo elevado de grasas saturadas y trans, de sal, de carbohidratos refinados, de alcohol, así como también el bajo consumo de frutas y verduras.
Coincidentemente con el informe de la OMS, estudios epidemiológicos sugieren que ciertos componentes de la dieta como el potasio y antioxidantes como el ácido fólico, presentes en vegetales y frutas, están asociados con una menor incidencia de mortalidad por enfermedad cardiovascular. El consumo de verduras y frutas 3 veces al día en comparación con 1 vez al día, también se asoció con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte. Asimismo, varios estudios realizados en distintos países han demostrado que una alimentación rica en fibra y en cereales integrales, reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Por todo lo mencionado es imprescindible adoptar una alimentación adecuada dentro de un estilo de vida saludable para la prevención y el tratamiento de la enfermedad cardiovascular.