Los niños y los duelos
Por Lic. Marisa Russomando, Psicóloga, Directora del espacio
La Cigüeña, www.espaciolc.com.ar
Los niños son naturalmente curiosos ya que desde el
nacimiento cada día inaugura una aventura hacia el mundo desconocido. A partir
de la adquisición de la palabra, comienza la etapa de las mil preguntas por
qué?, cómo?, dónde?, preguntas que se formulan desde el enorme deseo de saber.
Frente a ello, y en relación a algunas preguntas delicadas,
muchas veces los padres no saben cómo responder a la incesante demanda de los
niños y aunque sabemos que lo mejor es siempre decirles la verdad, también es
cierto que es difícil medir el nivel de detalles que requiere cada temática.
Para ello es importante comenzar por una respuesta sencilla, ajustada a la
realidad, e ir complejizando la información a medida que el niño va creciendo,
teniendo presente que recibir más información que la que el niño puede procesar,
sólo favorece la confusión.
Por ello, se trata de que los padres mantengan abiertos los canales de
comunicación con sus hijos, recibir las preguntas que puedan ellos realizar
con naturalidad, tomándose en serio cada una de ellas y dando una repuesta
verdadera. Así, los niños recurrirán a sus padres cuando necesite información,
ayuda o algún consejo.
Pero no todo es tan sencillo: habrá momentos difíciles en los que resulta
complicado encontrar las palabras apropiadas, que las preguntas confrontan a los
adultos con temas no resueltos, o se relacionan con temáticas que los inhiben,
angustian, etc.
Justamente por eso, cada pregunta es una invitación a enseñar no sólo acerca
del tema en cuestión, sino también sobre las limitaciones, sentimientos y
debilidades de los padres. Incluir la posibilidad del no sé, o me cuesta
explicarte da una versión sincera y abierta de los adultos, en donde el
niño encontrará un espacio donde alojarse con mayor facilidad, que frente a los
padres que supuestamente todo lo saben, todo lo pueden.
Uno de los temas que complican la respuesta de los padres, es el tema de la
muerte, más aún cuando este tema gira alrededor de la pérdida de un ser querido,
y los padres a su vez están envueltos en la tristeza, en un duelo por elaborar.
Así como en relación al nacimiento la cuestión fundamental es el origen, en
relación a la temática de la muerte la cuestión es el final, difícil de asimilar
para la mayoría de los niños. Es un tema complicado por la tristeza y la
angustia que suele acompañarlo. Por ello es importante tomar el tiempo
necesario para evacuar dudas, siendo lo más sinceros posible, agregando las
emociones que pueden aparecer en esos momentos, tratando siempre de hablar
con claridad evitando abstracciones del estilo: el abuelo se fue a dormir o
está mirándote desde esa estrella. Los niños ante estas respuestas suelen
esperar fallidamente el regreso, y la idea de ser siempre mirados puede
llevarlos a situaciones persecutorias.
Con respecto a las creencias religiosas, probablemente desee responder desde
las propias; sin embargo es posible agregar la idea de que hay otras
personas que creen en otras cosas. Si la persona que responde no es creyente,
sería importante explicar qué es Dios de todos modos, ya que escuchará
mencionarlo y gracias a los elementos que pueda aportarle construirá su propia
opinión. La idea es transmitir que nadie sabe exactamente qué sucede cuando uno
muere, que hay diferentes teorías al respecto, pero que lo que se sabe es que si
un animal o una persona muere deja de respirar, su cuerpo no funciona más, que
las personas suelen morir cuando son muy viejos y que no pueden regresar.
Por eso hay algunos rituales, ceremonias para estar todos juntos
despidiéndolos. Luego, aquellas personas que fueron importantes para nosotros
siguen acompañándonos en los recuerdos, con sus dichos, sus costumbres…